Poco antes de la Conferencia de Potsdam con el líder soviético Joseph Stalin en julio de 1945, el presidente estadounidense Harry Truman y el primer ministro británico Winston Churchill recorrieron por separado la cercana capital alemana. Vestido con uniforme militar y acompañado por varios oficiales militares británicos y su hija Mary, Churchill visitó también la Cancillería del Reich, que había sido la residencia, la oficina y el búnker de Hitler.
Tras recorrer una Berlín en ruinas, Churchill y su séquito entraron en la Cancillería, recorriendo los pasillos y habitaciones sobre los montones de escombros y basura que llenaban en ese momento el interior del edificio. Los guías rusos llevaron a Churchill al refugio antiaéreo de Hitler, en un paseo nada sencillo debido a los resbaladizos escalones por el agua estancada. Al salir del refugio de hormigón accedieron al Jardín de la Cancillería, en el suelo se podían ver aún varios cráteres causados por las bombas. Fue en uno de esos cráteres donde Hitler y su esposa Eva Braun fueron supuestamente enterrados después de que los oficiales nazis quemaran sus cadáveres, como así les indicaron los rusos que les acompañaban.
Agotado por la visita y la difícil caminata por el búnker, Churchill se sintió cansado, y decidió sentarse en los restos de una silla que había en la entrada del refugio. Un simple gesto que dejó por casualidad una potente e histórica imagen sobre la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, ya que la destartalada silla que había elegido Churchill para sentarse era nada menos que la silla que Adolf Hitler utilizaba en la Cancillería.
Al parecer Churchill no le dio demasiada importancia al hecho cuando los rusos le comunicaron que se estaba sentando en la silla del propio Adolf Hitler. El primer ministro británico simplemente descansó unos instantes y se levantó para esperar a que el resto de comitiva saliera de la Cancillería para continuar con la visita.
Tras recorrer una Berlín en ruinas, Churchill y su séquito entraron en la Cancillería, recorriendo los pasillos y habitaciones sobre los montones de escombros y basura que llenaban en ese momento el interior del edificio. Los guías rusos llevaron a Churchill al refugio antiaéreo de Hitler, en un paseo nada sencillo debido a los resbaladizos escalones por el agua estancada. Al salir del refugio de hormigón accedieron al Jardín de la Cancillería, en el suelo se podían ver aún varios cráteres causados por las bombas. Fue en uno de esos cráteres donde Hitler y su esposa Eva Braun fueron supuestamente enterrados después de que los oficiales nazis quemaran sus cadáveres, como así les indicaron los rusos que les acompañaban.
Agotado por la visita y la difícil caminata por el búnker, Churchill se sintió cansado, y decidió sentarse en los restos de una silla que había en la entrada del refugio. Un simple gesto que dejó por casualidad una potente e histórica imagen sobre la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, ya que la destartalada silla que había elegido Churchill para sentarse era nada menos que la silla que Adolf Hitler utilizaba en la Cancillería.
Al parecer Churchill no le dio demasiada importancia al hecho cuando los rusos le comunicaron que se estaba sentando en la silla del propio Adolf Hitler. El primer ministro británico simplemente descansó unos instantes y se levantó para esperar a que el resto de comitiva saliera de la Cancillería para continuar con la visita.
Muy interesante. Gracias
ResponderEliminarTan interesante como ver a mi abuela sentarse en un butacón. Mi abuela no era primer ministro de uk, y en el butacón no se había sentado Adolf. Estas cosas eran propaganda del imperio británico, es decir, nada.
ResponderEliminarhistoria del asesinato de J.F. Kennedy.
ResponderEliminarMuy interesante. Pero creo que los soviéticos no informaron de la muerte de Hitler a casi nadie. Si se lo dijeron a Churchill esto contradice esta versión.
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