Aquella noche, el empresario había pedido un taxi para regresar a casa. Sus socios, Eric von Arbin y Alexander Krüger, vieron la oportunidad perfecta que estaban buscando desde hace tiempo para matar a Flyborg, quedarse con la totalidad de la empresa y de paso cobrar un seguro de vida valorado en 100.000 coronas.
Para perpetrar el ataque, colocaron seis kilos de dinamita en el portaequipajes del taxi Buick que iba a recoger a Flyborg. Encendieron la mecha y esperaron a que detonara. Cuando el vehículo llegó a la calle Piper explotó la bomba matando al instante al empresario. La explosión fue tan brutal que parte del cuerpo de Flyborg se encontró a más de cien metros del lugar del atentado. Increíblemente, el conductor del taxi sobrevivió al ataque.
Aunque el atentado consiguió su objetivo, los socios de Flyborg fueron rápidamente acusados del crimen. Tras ser arrestados, poco después fueron declarados culpables y condenados a cadena perpetua.
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