En la década de 1960, Estados Unidos vivió un curioso fenómeno veraniego: las piscinas móviles, también conocidas como "swimmobiles". Estas originales estructuras se montaban sobre remolques o camiones y ofrecían la posibilidad de nadar y refrescarse en pleno verano a comunidades que carecían de piscinas públicas o privadas. La iniciativa surgió como parte de programas municipales y filantrópicos para fomentar la recreación y la actividad física entre los niños y niñas de los barrios urbanos más desfavorecidos.
Estas piscinas móviles eran por lo general de tamaño reducido, con un tanque de aproximadamente 6 metros de largo, 2,5 de ancho y una profundidad de poco más de un metro. Suficientes para que varios niños pudieran refrescarse en verano e incluso aprender a nadar. Gracias a un sistema de bombas y filtros básicos, estas piscinas podían mantener el agua limpia durante todo el día. Lo más innovador, sin duda, era su movilidad, ya que se transportaban directamente hasta las calles de los vecindarios, llevando la diversión del verano a zonas donde no había piscinas permanentes. Entre algunas de las ciudades en las que se instalaron estas piscinas móviles, se encuentran Nueva York, Nueva Jersey, Detroit, Scottsdale (Arizona), San Luis (Misuri) e incluso ciudades como Edmonton en Canadá.
Las swimmobiles también reflejan un espíritu muy particular de la época: el deseo de llevar la recreación y el bienestar a todos los rincones de la ciudad, sin importar los recursos o la infraestructura disponible. Aunque hoy en día son solo un recuerdo pintoresco, encarnan en parte la creatividad y el compromiso social que caracterizaron a muchas comunidades en aquellos años, si bien nunca llegaron a convertirse en una solución permanente y únicamente se utilizaron durante unos pocos años durante la década de 1960.