Cuando se inventó el automóvil a finales del siglo XIX, el simple hecho de conducir era algo casi exclusivo para los hombres, ya que se consideraba una tarea demasiado peligrosa y difícil para las mujeres. Durante los siguientes años, las mujeres desafiaron esa idea compitiendo en carreras o conduciendo sus propios coches, demostrando que podían ser tan competentes como los hombres a la hora de conducir.
Mujeres como Bertha Benz, Anne Rainsford French Bush, Alice Huyler Ramsey, Dorothée Pullinger, Janet Guthrie o Joan Newton Cuneo, dejaron su huella en la historia al convertirse en auténticas pioneras del automovilismo femenino, derribando los estereotipos sociales de la época con su gran habilidad al volante.
Junto a ellas, muchas otras mujeres anónimas se opusieron a estas normas sociales establecidas, particularmente durante las décadas de 1920 y 1930, en los años de las rebeldes Flappers, realizando viajes en carretera con sus vehículos. Acompañada en muchos casos por alguna amiga, varias de ellas se llegaron a tomar fotografías posando con sus coches para inmortalizar el momento.
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