La cultura maya dejó una profunda huella entre la población local, y pesar de su desaparición, durante siglos se transmitió de generación en generación la ubicación de estas impresionantes ciudades mayas. A mediados del siglo XIX, los lugareños guiaron diversas expediciones de antiguos exploradores a través de la selva, llevándoles a descubrir algunas de las ciudades más importantes del mundo maya.
Se atribuye a Modesto Méndez el descubrimiento de Tikal en la selva de Petén, en 1848, uno de los mayores yacimientos arqueológicos y centros urbanos de la civilización maya precolombina, comenzando a partir de entonces a realizarse más expediciones para descubrir nuevas ciudades mayas escondidas en la selva.
Uno de los exploradores más importantes fue Alfred Percival Maudslay, quien profundizó en las investigaciones, y fue un arqueólogo pionero en comenzar a tomar fotografías, dibujar mapas o limpiar y registrar las ruinas mayas entre las décadas de 1880 y 1890. Al explorador y arqueólogo británico Alfred Maudslay se le atribuye el descubrimiento de Yaxchilán, además de realizar diversas expediciones a otras ciudades mayas como Chichén Itzá, Copán, Tikal, Ixkún o Palenque.
En su trabajo de investigación, Alfred Maudslay tomó una serie de fotografías de las ruinas mayas en su estado original, tal como se las encontraron los exploradores de la época en el siglo XIX, con las pirámides, templos o edificios de las antiguas ciudades cubiertas de vegetación y ocultas por la selva.
Tikal (1882)
Tikal (1882)
Quiriguá (1883)
Quiriguá (1885)
Quiriguá (1885)
Copan (1885)
Copan (1885)
Templo de Kukulkán, Chichén Itzá (1889)
Chichén Itzá (1889)
Copan (1890)
Palenque (1891)
Palenque (1891)
Palenque (1891)
Palenque (1891)
Chichén Itzá (1898)
Chichén Itzá (1898)
Fotografía del explorador Alfred Maudslay en las ruinas de Chichén Itzá en 1889
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