El pescador Edward Llewellen posando con su impresionante captura en 1903
El refugio Morrison, la ingeniosa protección contra los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial
Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los bombardeos alemanes sobre el Reino Unido se intensificaron, el gobierno británico implementó diversas medidas para proteger a la población civil. Una de las más ingeniosas y características fue el llamado refugio Morrison, un tipo de protección antiaérea diseñada específicamente para ser usado dentro de las viviendas. Su nombre proviene de Herbert Morrison, por entonces Ministro del Interior, quien lo promovió en 1941 como alternativa o complemento a los refugios de jardín, como el refugio Anderson, que no siempre eran viables en zonas urbanas densamente edificadas.
El refugio Morrison era, en esencia, una estructura metálica de forma rectangular con forma de jaula que recordaba una mesa de comedor robusta. Estaba compuesto por una fuerte superficie superior de acero, soportada por cuatro patas también de acero, y tenía laterales con rejas para permitir cierta ventilación. Su diseño permitía que se colocara en cualquier habitación de la casa y que los miembros del hogar pudieran meterse dentro de él durante los ataques aéreos. Además, durante los periodos de calma, podía utilizarse como una mesa común, lo que ayudaba a integrarlo en la vida doméstica sin generar tanto impacto visual o espacial.
Estas estructuras fueron especialmente útiles en áreas urbanas donde no había jardines o patios para instalar otros tipos de refugios, y particularmente utilizadas durante los bombardeos de Londres. Aunque no estaban diseñadas para resistir impactos directos de bombas, sí ofrecían protección frente al colapso de techos y paredes durante los bombardeos, salvando miles de vidas. Se estima que se distribuyeron más de medio millón de refugios Morrison de forma gratuita a familias consideradas en situación vulnerable, especialmente aquellas de bajos ingresos.
Fotografías del primer estadio del F. C. Barcelona, el Campo de la calle Industria (1909-1922)
La fuente de Cibeles en su emplazamiento original (1855)
Construida entre 1777 y 1782 como parte de la iniciativa de Carlos III para remodelar y embellecer la ciudad de Madrid, la fuente de Cibeles fue obra de los escultores Francisco Gutiérrez Arribas, Roberto Michel y Miguel Ximénez, quienes se basaron en el diseño del arquitecto Ventura Rodríguez. Como curiosidad, para su construcción se emplearon aproximadamente 10.000 kilos de piedra.
La idea original era situar la fuente en los Jardines de La Granja de San Ildefonso en Segovia, sin embargo, en aquellos años e había comenzado a ensanchar el Paseo del Prado, de manera que se decidió ubicar el monumento en esa zona. Así, el emplazamiento original de la fuente de Cibeles estaba situado frente al Palacio de Buenavista, y a la entrada del paseo de Recoletos. Posteriormente, en febrero de 1895 se trasladó el monumento al centro de la plaza, agregando además varias modificaciones a la fuente original, pasando a su ubicación definitiva y pasando así a formar parte del paisaje del Madrid de principios del siglo XX.
Aquí puedes ver dos históricas fotografías de la conocida fuente de Cibeles en Madrid realizadas en 1855, cuando el monumento se encontraba aún en su emplazamiento original.
Cuando un caza MiG‑21 se estrelló contra un edificio residencial en Alemania (1975)
El 14 de enero de 1975, la ciudad de Cottbus, en la entonces República Democrática Alemana, fue escenario de uno de los accidentes aéreos más impactantes en su historia. Un caza soviético MiG‑21 SPS, pilotado por el mayor Peter Makowicka, se estrelló contra un edificio residencial del barrio de Schmellwitz tras sufrir una grave avería en pleno vuelo.
Makowicka, de 33 años, estaba realizando una maniobra de aproximación al aeródromo de Cottbus-Nord cuando una escotilla del compresor del motor (al parecer mal asegurada por negligencia durante el mantenimiento), se soltó. Este fallo técnico provocó una pérdida de presión que derivó en la parada completa del motor justo cuando el piloto desplegaba el tren de aterrizaje. A pesar de recibir la orden de eyectarse, Makowicka decidió quedarse en la cabina e intentar controlar el descenso del avión para evitar una tragedia aún mayor. De haberse lanzado en paracaídas, el avión sin control habría chocado directamente contra el Textil Kombinat Cottbus, una gran fábrica que en ese momento tenía decenas de trabajadores en su interior.
El intento heroico del piloto evitó una masacre, pero no logró impedir la tragedia por completo. El avión terminó estrellándose contra un bloque de viviendas de cinco plantas. En el accidente murieron seis civiles, todas mujeres, la mayoría empleadas del mismo complejo textil, y varias personas más resultaron heridas, algunas al lanzarse por las ventanas en un intento desesperado por huir del incendio provocado por el combustible en llamas. El piloto falleció en el acto.
La causa del accidente se atribuyó al cierre incorrecto de una escotilla del motor: solo se usaron tres de los veintiocho cierres previstos, lo que provocó la despresurización fatal. El mecánico responsable fue condenado a cinco años de prisión. Por su parte, Makowicka recibió póstumamente la Orden al Mérito por Servicios al Pueblo y la Patria en su categoría de oro, en reconocimiento a su sacrificio. Una placa conmemorativa instalada en 2024 en el lugar del impacto recuerda hoy su gesto y a las víctimas civiles del accidente.
El siniestro provocó posteriormente una oleada de indignación entre los vecinos. Hubo protestas, huelgas e incluso demandas para prohibir los vuelos militares sobre áreas urbanas. Como respuesta, en 1982 la base aérea fue trasladada a Holzdorf y en Cottbus solo permanecieron helicópteros de combate, considerados menos peligrosos en caso de emergencia.
Aquí puedes ver las impactantes fotografías del accidente del caza soviético MiG-21 tomadas poco después de estrellarse contra el edificio residencial en la ciudad de Cottbus:
Las piscinas móviles en la América de los años 60
En la década de 1960, Estados Unidos vivió un curioso fenómeno veraniego: las piscinas móviles, también conocidas como "swimmobiles". Estas originales estructuras se montaban sobre remolques o camiones y ofrecían la posibilidad de nadar y refrescarse en pleno verano a comunidades que carecían de piscinas públicas o privadas. La iniciativa surgió como parte de programas municipales y filantrópicos para fomentar la recreación y la actividad física entre los niños y niñas de los barrios urbanos más desfavorecidos.
Estas piscinas móviles eran por lo general de tamaño reducido, con un tanque de aproximadamente 6 metros de largo, 2,5 de ancho y una profundidad de poco más de un metro. Suficientes para que varios niños pudieran refrescarse en verano e incluso aprender a nadar. Gracias a un sistema de bombas y filtros básicos, estas piscinas podían mantener el agua limpia durante todo el día. Lo más innovador, sin duda, era su movilidad, ya que se transportaban directamente hasta las calles de los vecindarios, llevando la diversión del verano a zonas donde no había piscinas permanentes. Entre algunas de las ciudades en las que se instalaron estas piscinas móviles, se encuentran Nueva York, Nueva Jersey, Detroit, Scottsdale (Arizona), San Luis (Misuri) e incluso ciudades como Edmonton en Canadá.
Las swimmobiles también reflejan un espíritu muy particular de la época: el deseo de llevar la recreación y el bienestar a todos los rincones de la ciudad, sin importar los recursos o la infraestructura disponible. Aunque hoy en día son solo un recuerdo pintoresco, encarnan en parte la creatividad y el compromiso social que caracterizaron a muchas comunidades en aquellos años, si bien nunca llegaron a convertirse en una solución permanente y únicamente se utilizaron durante unos pocos años durante la década de 1960.
El primer concierto de Nirvana en marzo de 1987
En el verano de 2015, la conocida revista Rolling Stone se hacía eco de un curioso descubrimiento. Maggie Poukkula, una joven de 19 años, afirmaba que había encontrado unas antiguas fotografías de los miembros de Nirvana, tocando en directo en el sótano de su casa en marzo de 1987, el que sería en realidad la primera actuación de Nirvana y antes de que la banda se hiciera mundialmente famosa.
Según la revista Rolling Stone, Tony Poukkula, el padre de la joven, fue miembro de una banda de Seattle llamada Laytem. Conocía personalmente a Kurt Cobain ya que creció con él y así se convirtió en el anfitrión del primer concierto de Nirvana en su sótano de Raymond, Washington, en marzo de 1987. En aquel entonces, la formación de Nirvana estaba compuesta por Kurt Cobain, el bajista Krist Novoselic y el baterista Aaron Burckhard, aunque esa noche, según parece, Poukkula se unió a la banda para tocar la guitarra en dos versiones de Led Zeppelin.
Aquí puedes ver las tres únicas fotografías que se conservan de este histórico momento para el grupo, el cual no usaría el nombre oficial de Nirvana en un concierto hasta marzo de 1988, un año después de que se tomaran estas imágenes.