En 1938, varias conocidas publicaciones de la época como la revista Time, dieron a conocer el extraño caso de Frank Balek, un niño de Chicago (Illinois) de 12 años de edad, que veía los objetos del revés y, como consecuencia, su forma de escribir seguía el mismo patrón, invirtiendo las letras y los números al escribir.
Tras hacerse público el caso, se concluyó rápidamente que el pequeño Frank padecía un extraño defecto visual, probablemente algún tipo de "Estrefosimbolia", un trastorno de la percepción visual caracterizada porque los objetos se ven invertidos, como si estuvieran reflejados en un espejo.
Una de las manifestaciones más comunes de la Estrefosimbolia son los denominados "escritores espejo", quienes escriben en dirección invertida, de derecha a izquierda. La teoría más aceptada en la época para explicar esta peculiaridad era la de Samuel Torrey Orton, según la cual, la lectura y la escritura en el ser humano están controlados por un lado del cerebro. Normalmente, un hemisferio cerebral es el dominante, pero cuando ese no es el caso, el cerebro puede visualizar una imagen al revés, lo que hace que el individuo lea o escriba al revés. El caso de Frank Balek iba un paso más allá, ya que no solo escribía con la mano izquierda y de derecha a izquierda, sino que además hacía las letras y los números invertidos.
Cuando el joven estaba en primer grado en la Escuela Primaria Fulton de Chicago, Frank comenzó a desconcertar a sus maestros porque no era capaz de aprender a leer ni escribir. En segundo grado empezó a hacer algunos progresos y para el tercer grado comenzó a escribir rápidamente utilizando su peculiar método.
Su forma de escritura era fácilmente leída por sus maestros cuando lo plasmaba en papel, ya que simplemente tenía que dar la vuelta a la hoja para poder leerlo normalmente. Para Frank era además mucho más sencillo leer sosteniendo su libro al revés, pero gracias a su afán de superación consiguió leer normalmente incluso a una velocidad superior a la media. También aprendió a escribir, lenta y laboriosamente, pero de manera legible en una pizarra de la manera ordinaria, pero le seguía resultando mucho más fácil escribir al revés.
Dado que los intentos de obligar a los zurdos a usar la mano derecha y a los "inversionistas" como Frank, a escribir con normalidad, suelen causar trastornos emocionales, los maestros del joven no hicieron esfuerzos por cambiar su estilo natural. Las últimas noticias que se tuvieron de este curioso caso señalaban que Frank tenía un coeficiente intelectual promedio, destacaba en materias como dibujo y, curiosamente, estaba por encima del promedio en ortografía .
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