El inventor C.P. Bohland fue quien patentó en 1921 el "Auto Wash Bowl", probablemente el primer lavadero de coches de la historia. Originalmente se abrieron dos establecimientos en la localidad de St. Paul, Minnesota, a principios de los años 20, y en cuanto su inventor vio que la idea estaba teniendo éxito decidió expandirse a otras ciudades.
El Auto Wash Bowl era una forma fácil de limpiar el barro de la parte inferior de los automóviles. En esta temprana época del automovilismo, las carreteras a menudo estaban sin pavimentar y llenas de barro, apelmazándose el lodo en la parte inferior del automóvil y las ruedas.
Los clientes pagaban 25 centavos a un operario para que colocara una cubierta protectora de goma sobre el radiador. Posteriormente los conductores entraban en el lavadero con sus coches a través de una rampa, dando vueltas alrededor de la especie de piscina circular a una velocidad de poco más de 10 kilómetros por hora. En su interior se creaban unas olas artificiales que limpiaban los bajos del coche, eliminando los restos de barro tanto del chasis como de las ruedas. El proceso tomaba en total cerca de cuatro minutos y posteriormente se podía dejar el coche a los operarios para que completaran el lavado completo del vehículo.
Probablemente el Auto Wash Bowl de más éxito fue el que se abrió en Chicago en 1924. C.G. Burkhartsmeier compró los derechos para construir en la ciudad este original lavadero de coches y una estación de servicio, invirtiendo para ello 20.000 dólares. Su inversión gozó de un gran éxito al principio, con cerca de 75 vehículos a la hora dando vueltas en su interior en los días de más ajetreo. Sin embargo acabó cerrando pocos años después debido a que la tecnología de lavado de coches evolucionó rápidamente casi paralela al avance de la competitiva industria del automóvil, y el Auto Wash Bowl acabó despareciendo definitivamente para la década de los años 30.
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