Nacida en Pennsylvania en 1958, Nancy Laura Spungen tuvo una infancia problemática, comportándose habitualmente de forma violenta. Tras ser expulsada de la escuela con once años, visitó varios internados.
A la edad de 17 años Nancy Spungen se mudó a Nueva York, ganándose la vida como stripper entre otros trabajos, y donde se hizo "groupie" de varias famosas bandas de Rock y Punk como Aerosmith, Bad Company, New York Dolls y The Ramones.
Era la época de mayor popularidad del Punk en Londres, y en 1977 Nancy se mudó a la capital británica, al parecer siguiendo a Jerry Nolan, ex-miembro de New York Dolls y en ese momento en The Heartbreakers, la banda punk liderada por el guitarrista Johnny Thunders. En un concierto en Londres en el que The Heartbreakers hizo de telonero de Sex Pistols, fue cuando Nancy conoció al grupo de música Punk más famoso de Reino Unido.
En un principio Nancy se interesó por Johnny Rotten, el cantante principal, pero cuando rápidamente vio que el interés no era mutuo, se lanzó a por Sid Vicious, el bajista de Sex Pistols.
Al poco tiempo ambos se mudaron a vivir juntos, y durante aproximadamente 19 meses, Sid Vicious y Nancy Spungen vivieron una tumultuosa relación, con episodios de violencia y un considerable abuso de drogas que les acabó convirtiendo en adictos a la heroína.
Tras la disolución de los Sex Pistols en 1978, Spungen y Vicious se mudaron a vivir en la habitación 100 del Hotel Chelsea en la ciudad de Nueva York, registrándose como "Sr. y Sra. John Simon Ritchie", el verdadero nombre de Vicious.
Su relación terminó violentamente el 12 de octubre de 1978 cuando el cuerpo de Nancy Spungen fue encontrado debajo del lavabo en el baño de su habitación en el Hotel Chelsea. Spungen había sufrido una única herida mortal en el abdomen.
Sid Vicious fue arrestado de inmediato y acusado de asesinato en segundo grado. Se declaró inocente y quedó en libertad bajo fianza. Cuatro meses después de la muerte de Nancy, el bajista moría de una sobredosis de heroína antes de que pudiera llevarse a cabo el juicio y la policía de Nueva York cerró el caso.
puras lacras para la sociedad, que su ejempo ha destruido generaciones de jovenes
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