El movimiento sufragista (asociado en muchas ocasiones al feminismo) creció rápidamente y tras varios años de lucha acabó consiguiendo sus objetivos en relativamente poco tiempo. Países como Australia en 1902, Finlandia en 1906, Noruega en 1913 o Canadá en 1917 reconocieron finalmente el derecho de las mujeres a votar. Acabada la Primera Guerra Mundial, se aprobaría también este sufragio femenino en países como Alemania o Gran Bretaña en 1918 o posteriomente en Estados Unidos en 1920, extendiéndose el derecho al voto femenino por casi todo el mundo los siguientes años.
Una lucha por los derechos de las mujeres que también contó con una férrea oposición de algunos sectores de la sociedad, incluyendo también otras organizaciones de mujeres que buscaban impedir el sufragio femenino.
Una buena muestra de ello son algunos de los anuncios, carteles y tiras cómicas publicadas hace décadas contra el derecho al voto de las mujeres y contra quienes se convertían en sufragistas.
Anuncios de una época con una moral distinta, que pueden resultar ofensivos o crueles en algunos casos, pero que también sirven de ejemplo ilustrativo de las dificultades de una lucha histórica de las primeras sufragistas.
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