Cuando se terminó su construcción en mayo de 1926, la presa St. Francis alcanzó una altura final de 56 metros sobre la base, con una capacidad máxima de hasta 47.000.000 metros cúbicos de agua. Tras empezar a llenar de agua el embalse en marzo de 1926 (antes de completar la presa), comenzaron a aparecer pequeñas grietas y fugas. Después de ser inspeccionadas por el ingeniero jefe, William Mulholland, se decidió que eran grietas de contracción, rellenándose con cemento para evitar las filtraciones.
Durante los siguientes meses el embalse continuó aumentando constantemente de nivel mientras se repetían pequeñas incidencias de grietas y filtraciones que se fueron tapando con más cemento. En febrero de 1928 apareció una gran grieta en unos de los diques cercanos a la presa principal que estaba descargando en esos momentos 17 litros por segundo. Sin embargo se decidió dejarla abierta para permitir la fuga de agua y liberar presión.
En la mañana del 12 de marzo se descubrió una nueva fuga aún mayor que estaba descargando casi 80 litros por segundo. Mulholland y su equipo inspeccionaron de nuevo la presa y las filtraciones. Convencidos de que la nueva fuga no era peligrosa y que la presa estaba a salvo, regresaron a Los Ángeles.
A las 23:57 de la noche del 12 de marzo de 1928, la presa St. Francis se rompió derrumbándose toda la estructura. Millones de litros de agua se precipitaron de forma violenta por el cañón provocando una enorme inundación que causó la muerte a 425 personas. La fuerza del agua fue tran brutal, que una de las piezas de la estructura de 10.000 toneladas de peso se encontró a 1.200 metros de distancia. La ola de la inundación alcanzó los 37 metros de altura, viajando durante casi 2,5 kilómetros a una velocidad de 30 km/h.
El agua arrasó todo a su paso, dañando gravemente las ciudades de Fillmore, Bardsdale y Santa Paula, antes de llegar finalmente al Océano Pacífico, situado a 87 kilómetros de la presa. Algunos cuerpos fueron recuperados tan al sur como la frontera mexicana, muchos otros nunca fueron encontrados.
La rotura de la presa St. Francis se considera uno de los peores desastres de ingeniería civil estadounidense del siglo XX, siendo también el segundo mayor desastre natural en la historia de California, tras el terremoto de San Francisco de 1906. La catástrofe marcó el final de la carrera del ingeniero Mulholland.
Fotografías del desastre de la presa St. Francis de 1928:
Vista panorámica de la presa de St. Francis en 1928 mientras se estaba llenando el embalse
Fotografía de la presa de St. Francis en marzo de 1928 poco antes de colapsar. En la imagen se puede apreciar como ha subido el nivel del agua ocultando algunas islas y el aumento de la grieta en la presa
Una de las primeras imágenes tras el desastre, tomada la fotografía pocas horas después de la rotura de la presa de St. Francis
Tras el colapso de la presa únicamente quedó en pie una pieza central de la construcción
Fotografía de las ruinas de la presa con el agua aún bajando por el cañón
Fotografía aérea de la presa destruida
Imagen de las ruinas de la presa. Se puede apreciar el tamaño de la estructura en comparación con las personas de la fotografía
La base de la estructura de la presa totalmente destrozada
Fragmentos de la gigantesca estructura de la presa en ruinas. En la imagen se puede apreciar a un mujer junto a un gran bloque
Generadores de la Central Eléctrica de San Francisquito tras la inundación
Los restos de un puente por donde pasaba la antigua autopista principal, únicamente los pilares del puente soportaron la masa de agua tras la ruptura de la presa
Hombres trabajando limpiando los escombros
Los restos del destrozo causado en un negocio de venta de vehículos cercano a la presa
Imagen de la ciudad de Santa Paula tras la ruptura de la presa de St. Francis. La fotografía fue publicada en el periódico "LA Times" el 14 de marzo de 1928
Otra imagen de la destrucción causada en la ciudad de Santa Paula
Fotografía del lugar donde estaba el embalse con la reserva de agua de St. Francis tras el colapso de la presa. En la imagen se puede apreciar perfectamente la linea del agua en las montañas
Me invade una profunda tristeza saber que mi bisabuelo Juan Carrillo Fernández fue un sobreviviente sin poder hacer nada por su esposa e hijos que desgraciadamente perecieron y le fueron arrancados de su alma por el agua. Esta desgracia fue y será siempre una huella en mi familia y en toda su desendencia de Don Juan, por generaciones futuras.
ResponderEliminarLo siento y me inmagino lo doloroso que fue en su momento
EliminarLas consideraciones de diseño estructural y el criterio del supervisor tuvieron mucho que ver. Rudit Cruz
ResponderEliminarDirás el estudio de suelos
Eliminar¿Alguien tiene idea de qué tan grandes fueron las pérdidas económicas?
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